Por: Mario Antonio Lara Valdez
Toda mujer que asume el rol de madre y empresaria debe ser consciente de que, en un divorcio, se debe aplicar la equidad en la repartición de bienes, ya sean inmuebles, ahorros o, lo más importante, el tiempo invertido en la formación de una familia. Este tiempo, a menudo compartido con horas interminables de trabajo, puede apagar otras facetas de la vida cotidiana.
![]() |
| Mario Antonio Lara Valdez |
A veces, vivimos una luna de miel en nuestra relación de pareja, pero en otras ocasiones enfrentamos infiernos interminables. Cada etapa es una prueba que puede ser amarga o dulce, dependiendo de las experiencias vividas.
Existen relaciones que comienzan entre parejas de diferentes nacionalidades y logran acumular fortuna, a menudo olvidando a los padres que intervinieron con sus contactos sociales y aportes económicos para lograr estabilidad. Sin embargo, la avaricia puede cegar, y es fácil olvidar a esos suegros que se convirtieron en pilares de apoyo en momentos críticos.
Destruir a una hija de diversas maneras es una crueldad que a menudo se ve exacerbada por la pérdida de seres queridos, como una bisabuela que fue un gran apoyo emocional. Los abuelos, sufriendo en silencio por su hija y nieta, saben que es momento de enfrentar la avaricia con determinación.
La historia de una mujer que, tras ser madre soltera, se enfrenta a la injusticia de un exesposo que desea quedarse con su parte patrimonial, es una realidad dolorosa. A menudo, la hija de ambos debería tener la prioridad, y la repartición económica debería ser justa y amigable.
Cuando la mujer estuvo en debilidad física, su pareja fue atendido por su familia y por ella misma, que siempre estuvo preocupada por su recuperación. Esto resalta que, aunque las relaciones se terminen, las responsabilidades hacia los hijos deben mantenerse.
Es esencial despedirse de manera correcta, reflexionando sobre el pasado, el presente y el futuro. A medida que avanzo en la vida, le pido a Dios que mantenga erguida mi frente, recordando las enseñanzas en valores éticos y morales que mis abuelos, padres y otros seres queridos me han inculcado. Nunca permitiré que la crueldad, la frialdad y la ausencia del alma tengan cabida en mi vida.
Por: Mario Antonio Lara Valdez


%20(450%20x%20350%20px).png)
0 Comentarios