En el marco del 1° de mayo, Día Internacional del Trabajador, resulta imprescindible ampliar la mirada sobre quiénes integran el mundo del trabajo y cuáles son sus desafíos. En una Argentina marcada por la transformación constante del mercado laboral, un segmento etario históricamente relegado comienza a reclamar su lugar: las personas mayores de 50 años. Lejos de representar una etapa de retiro o disminución productiva, muchos hombres y mujeres de esta franja encuentran en el trabajo —ya sea como asalariados o emprendedores— una fuente de propósito, estabilidad y reinvención.
Una presencia activa, pero desigual
Según la Encuesta Permanente de Hogares
(EPH-INDEC), el 59,9% de las personas entre 50 y 59 años participa activamente
del mercado laboral. Sin embargo, la caída respecto a tramos más jóvenes es
evidente: la tasa de actividad entre 30 y 39 años supera el 77%. A partir de
los 60, la caída se acentúa drásticamente: un 67,9% de los mayores ya no
participa en el mundo del trabajo.
En este Día del Trabajador, es pertinente
recordar que la inclusión laboral debe contemplar la diversidad etaria. La
participación masculina cae abruptamente luego de los 50, y si bien la actividad
femenina ha alcanzado niveles históricos (superando el 52% en 2023), persisten
fuertes brechas: en subocupación, por ejemplo, las mujeres duplican a los
hombres (12,5% vs 8%).
Además, el nivel educativo también marca
diferencias estructurales. Quienes no terminaron el secundario tienen cinco
veces más posibilidades de emplearse en la informalidad respecto a quienes
poseen formación terciaria o universitaria.
Edadismo: la barrera invisible
Más allá de los números, el gran obstáculo
sigue siendo cultural: la discriminación por edad o “edadismo”. Según estudios
privados, apenas entre el 15% y el 35% de las empresas consideran candidatos
mayores de 50 años en sus búsquedas laborales. Un dato más crudo: el 61% de los
trabajadores cree que la edad impacta negativamente en sus posibilidades de
conseguir empleo.
Este 1° de mayo también debe servir como
oportunidad para visibilizar y combatir este tipo de discriminación, que priva
al mercado laboral de talentos valiosos y a miles de personas de la posibilidad
de seguir desarrollando su vocación y sostén económico.
Reinvención profesional: de juniors +40
a silverpreneurs
En este contexto adverso, muchos mayores
deciden reinventarse. Se forman en nuevas habilidades (tecnología, UX/UI,
programación, inteligencia artificial) y regresan a estudiar como “juniors
+40”, combinando experiencia con aprendizajes frescos. Iniciativas como
SilverTech Córdoba, desarrollada por Microsoft y gobiernos locales, ofrecen
formación gratuita y acompañamiento a este segmento.
También crecen los “silverpreneurs”:
mayores de 50 que apuestan al emprendedurismo. Desde oficios y servicios
personales hasta consultoría o negocios digitales, este colectivo busca
canalizar su experiencia en proyectos propios. Programas como el monotributo social,
los créditos “CreAr” o planes provinciales como “Potencial +55” en CABA
apuntalan estas iniciativas.
El boom silencioso de los emprendedores
+50
Según la Primera Encuesta Nacional a
Emprendedores realizada por ASEA (2024), el 17,8% de los emprendedores
encuestados tiene más de 55 años. Si se amplía a la franja entre 46 y 55 años,
el porcentaje asciende al 48,6%, lo que muestra que casi la mitad del
ecosistema emprendedor argentino está compuesto por personas mayores de 45
años.
Este dato echa por tierra el mito de que
emprender es solo cosa de jóvenes. Lejos de eso, los mayores de 50 encuentran
en el emprendimiento una herramienta para permanecer activos, generar ingresos
y canalizar su experiencia acumulada.
Sin embargo, no todo es simple: el 77%
calificó como “difícil” o “muy difícil” el acceso al financiamiento, y el 60%
considera engorrosos los trámites para formalizarse. A pesar de ello, más del
50% planea invertir más el próximo año, y un 40% proyecta aumentar su planta de
empleados.
Una deuda pendiente
Este 1° de mayo no puede ser solo una fecha
conmemorativa. Es una jornada para revisar las políticas públicas, los
programas de formación y el acceso equitativo a oportunidades. La evidencia es
contundente: los mayores de 50 no son un “pasivo” para el mercado, sino un
activo estratégico subutilizado. Ya sea como trabajadores o como emprendedores,
tienen mucho que aportar.
Con políticas públicas adecuadas, inclusión
del sector privado, acceso a formación digital y líneas de crédito acordes,
Argentina podría activar un “bono demográfico inverso”, aprovechando el talento
senior para generar empleo, innovación y desarrollo.
En tiempos de incertidumbre, integrar a
los +50 al corazón del sistema productivo no es solo justo: es urgente y
rentable. Este 1° de mayo, su visibilidad es también una forma de justicia
social.
Acerca
de Gabriel Piconero
Gabriel
Piconero es periodista, consultor en comunicación estratégica y emprendedor
especializado en el desarrollo del ecosistema pyme y emprendedor en América
Latina. Con más de 30 años de trayectoria, ha trabajado en medios de
comunicación, organismos públicos y privados, liderando proyectos de alto
impacto vinculados a innovación, inclusión productiva y talento senior.
Es
fundador de EntornoPyme, un medio digital y multiplataforma que brinda
información clave para emprendedores y pequeñas empresas, y creador de RedEmprende.com.ar,
la primera red social para emprendedores de Argentina, con presencia en
expansión hacia Chile. También impulsa la iniciativa TalentoSenior.com.ar,
destinada a visibilizar y acompañar a emprendedores mayores de 50 años, a
través de charlas, cursos, programas radiales, podcast y actividades de
formación.
Autor
de los libros: “La Segunda Oportunidad…”; “Emprender Después de los 50…” (Ver Aquí
y Aquí)
entre otros.
Actualmente,
Gabriel lidera el desarrollo de herramientas basadas en inteligencia artificial
para facilitar la gestión de emprendedores y pymes, y colabora activamente con
municipios, incubadoras y medios especializados. Su enfoque combina
comunicación, tecnología y una profunda convicción por el valor social y
económico del emprendedurismo.
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